domingo, 27 de marzo de 2016

POESÍA


UNA ROSA DE PIEDRA
PARA VERÓNICA

Toma esta rosa de piedra
Compañera.
Esta piedra que no es rosa
Es una rosa de piedra,
Compañera.

Esta rosa 
No tiene el aroma
De las siempre vivas,
Ni los estambres
De la orquídea.

Esta rosa de piedra
No tiene los pétalos
De las lilas de mayo,
Compañera.
Esta rosa de piedra
No es rosa.
Es una partícula
De granito
Y no es rosa.
Esta rosa de piedra
Tiene el aroma
De la tierra húmeda
Y no es rosa.



En los poros
De esta rosa de piedra
Duermen millones de años.
Esta rosa de piedra
Tiene el color
Oscuro claro de los meteoros.
Descendió del cosmos
Y se quedó dormida
Bajo la luz de una luna laxa
De ahí la han traído
Los niños de Carosio
Para dártela.

Toma esta rosa de piedra
Compañera
Esta rosa de piedra que no es rosa.
Llévate este capullo de cuarzo en bruto,
Llévate esta hostia del cosmos milenario.

Que te alumbre
Esta rosa de piedra.
Que se haga luciérnaga
Para que puedas mirar
Mejor y que no te extravíes
Como lo desean los demonios
Que conjuran en las sombras.
Toma esta rosa de piedra,
Compañera.
La han recogido los niños
De la Quebrada Carosio
Para ponerla en tus manos.
Llévala contigo
Compañera.
Llévate esta rosa de piedra,
Tiene amor y amistad

En sus estambres.



Julio Yovera.

miércoles, 16 de marzo de 2016

César Vallejo NACIÓ UN DÍA QUE DIOS NO ESTABA ENFERMO

  
Por Julio Yovera

"Ya no reiré cuando mi madre rece
en infancia y en domingo, a las cuatro
de la madrugada, por los caminantes,
encarcelados,
enfermos
y pobres".

(LVIII, Trilce)
Cuando el poeta nació, el 16 de marzo de 1892, el Perú aún sufría las consecuencias de la guerra de rapiña que impuso la clase dominante chilena. Tacna y Arica permanecían en poder de Chile, y los sectores claves de la economía peruana eran acaparados por el capital inglés.
La inestabilidad política, en distintos grados de intensidad, se expandía como ondas dolorosas en todo el territorio de nuestro país. Modernidad en los centros urbanos pero también atraso en las zonas rurales andinas y amazónicas principalmente. Progreso en un reducido sector pero abandono y miseria en los grandes conglomerados populares. 
Sin embargo, a pesar de las desgracias y las frustraciones, la comunidad poética, cultural, política e ideológica del país y del mundo, celebra la fecha del nacimiento de un peruano que iluminó el planeta y trascendió en el tiempo. Como el mismo decía: “…  cuando muera / de vida y no de tiempo”; los vallejianos han honrado su vida y su obra.    
Vallejo por decisión y convicción se puso lejos y en el otro extremo de todo lo que era acomodo, ventajismo, conciliación. Es un poeta solidario y un hombre que amaba la libertad. Y por eso no ningún interés en asegurar un espacio en el “valle de lágrimas” donde él “jamás pidió que lo trajeran” y fue fortaleciendo su convicción de escritor absolutamente fiel a sus ideales.    
Vallejo es inmenso porque, con la sensibilidad propia de los que captan la vida con la piel y miran la realidad con el alma, percibió que su pueblo ancestral tenía una riqueza cultural que el Perú oficial desdeñaba. Esa riqueza no estaba en el oro que enloqueció a los españoles y enloquece ahora al capital, sino en la grandeza de una etnia y de una cultura que ha sobrevivido a las pruebas más duras.
Con Vallejo el Perú andino empieza a tener voz. Vallejo rompe esquemas y modos de pensar y de sentir. Con Vallejo los pueblos adquieren voz propia. Vallejo es producto de una cultura ancestral solidaria y de un cristianismo basado en el amor y la justicia. La primera cualidad provenía de su pueblo y la segunda de su hogar. Los dos abuelos de Vallejo eran sacerdotes católicos venidos de España y al parecer con una visión evangélica fraterna y liberadora.
Después de un periodo más o menos largo de esfuerzos vinieron los primeros reconocimientos de personalidades como Haya de la Torre, Antenor Orrego, Mariátegui y del Maestro Manuel González Prada. Ninguno de ellos, representaba la crítica oficial, pero era la expresión de la tendencia auroral y renovadora. Cuando Vallejo publica, en 1919, Los Heraldos Negros, de aire modernista pero de ritmo interior nativista, sin prólogo y sin presentación, porque quien debía hacerlo, Abraham Valdelomar moriría en noviembre de aquel año. La obra era una creación motivada por la valoración a la cultura ancestral, por el palpitar de un sentimiento hondamente cristiano, por el amor a la familia, a la amada, por la angustia sobre el destino del hombre, de la naturaleza y las especies. Si bien es una obra modernista late en ella el alma de los pueblos ancestrales.
El nombre de Santiago de Chuco se hizo universal gracias a César Vallejo. Celebramos al poeta, que habiendo escrito en español, ha sido traducido a todos los idiomas de la tierra: inglés, portugués, chino, italiano, ruso, árabe, hindú, alemán, quechua, japonés, etc. Los sectores retrógrados y oscurantistas desconfiaban de Vallejo y en general desconfiaban (y desconfían) de la inteligencia. Vallejo, poeta rebelde, no pasaba desapercibido para las miradas grises de la caverna y de la policía.
Su oportunidad para apresar a Vallejo se les presentó en los meses previos a noviembre de 1920, cuando estando en Santiago de Chuco, a donde había llegado desde Lima a visitar a su madre, la muerta inmortal fallecida el 8 de agosto de 1918. Vallejo es apresado, 6 de noviembre, y recién liberado el 26 de febrero de 1921.
¿Quién lo apresó? El sistema, el orden existente. Estoy seguro que si Vallejo estuviera vivo sería ni más ni menos que acusado de terrorista, como suele hacerlo la caverna con los que tienen una opción de izquierda y socialista.
Antes de partir para Europa, destino que ya se había trazado porque quería salir de una atmósfera que sentía que lo ahogaba y porque la amenaza de la prisión pendía sobre él como una espada de Damocles, publica Trilce, en octubre de 1922, con un Prólogo de Antenor Orrego. Libro incomprendido, solo saludado por unos pocos, que entendieron que Trilce había roto la lógica y el espinazo de la poesía retórica. Hermosa obra la suya, muy a pesar del escepticismo de Luis Alberto Sánchez, “¿por qué habrá escrito Vallejo Trilce?, se preguntó extrañado. Hoy se reconoce que con Trilce se inicia la vanguardia de la literatura americana y el mundo de la cultura reconoce que es uno de los tres libros que, en 1922, aportaron a la literatura mundial, junto a El Ulisis, de Joyce, y Tierra Baldía, de Eliot.
Vallejo se fue a París. Por esa década el mundo estaba saliendo de los horrores de la guerra de saqueo entre las potencias y, a la vez, los trabajadores y los pueblos, soñaban en la tierra prometida. Vallejo, después de su primer viaje a la ex Unión Soviética, en 1929, renunció para siempre al APRA y se hizo militante comunista. Se afilió al Partido Socialista del Perú, que había fundado, en 1928, José Carlos Mariátegui.




Europa ha concluido la gran guerra y los pueblos del mundo levantan sus propuestas libertarias que repercuten en nuestros pueblos. Vallejo es uno de los que con mayor sentido de estudio mira todo cuando acontece. El mundo racional que predicaba el capitalismo se ha desmoronado con sus impulsos  y sus ambiciones producen 10 millones de muertos, 20 millones de heridos y millones de dólares en gastos de armas de guerra.  
Saludamos al poeta que se hizo universal porque la esencia de su obra fue el hombre, en su dolor pero también su goce; en su tristeza pero también en su alegría; en su pasado y su presente pero también en ese futuro, que avizoró espléndido aunque para ello tenía que luchar porque el  futuro no es regalo del cielo sino construcción del hombre terrenal.  
Apreciamos al poeta revolucionario, al poeta comunista (cuídate Vallejo del que oculta tu militancia), que a finales de 1928, se afilió al Partido que en el Perú acababa de fundar José Carlos Mariátegui, nuestro Amauta. Y después se afilió al Partido Comunista Francés. Y cuando es expulsado de este país, se va a España y se afilia al Partido Comunista Español. ¡Qué consecuencia tan ejemplar! ¡Qué manera de militancia la suya!
Celebramos al poeta revolucionario que habiendo nacido en un pueblo sencillo que cobijan los Andes peruanos, llegó a ser conocido en todas las latitudes del planeta. No hay país del mundo que lo ignore. En ese sentido tiene la talla de un Shakespeare,  de un Cervantes, de un Dante. Y por eso, el reconocido crítico Tomas Merton lo llamó: “El más grande poeta universal, después de Dante”.
Asumió la dialéctica como método de interpretación de la realidad y como método de creación de una poética, de una narrativa y de un teatro explícitamente socialista. Lo que le generó el desprecio del sistema. Sin embargo, Vallejo, al igual que Mariátegui, fue convencido que la literatura y el arte en general no deben estar sujetos a cánones extra estéticos.
Vallejo puso su espíritu en su obra y que no dejó en modo alguno que su ser de arista y de escritor fuera una creación resultado de exceso individualista o del canon partidista. Por eso, obras como Paco Yunque y El Tungsteno reflejan, abiertamente las contradicciones de una sociedad polarizada, con clases sociales enfrentadas, pero estéticamente bien concebidas.
Vallejo no se queda en la descripción literaria del fenómeno creador. Trató de influir en el espíritu o en la conciencia del lector. Y, por eso, obras como Poemas Humanos y Poemas en Prosa, son fuentes y luces que ayudan a los hombres a guiarse en las tinieblas.
En 1936, España entra a una conflagración entre la vida y la muerte. La España feudal y aristócrata contra la España pueblo; la Monarquía contra la República, esta última de manera legítima había ganado las elecciones generales, pero como la horda de las clases dominantes entienden que el único orden que puede existir es el suyo, dan un golpe de estado. La solidaridad internacional se hace presente. Hitler y Mussolini con Franco contra los republicanos. Y los republicanos con el apoyo de los hombres honrados y los pueblos del mundo
El poeta se integró en cuerpo y alma a la lucha de los republicanos. Se poemas de España, aparta de mí este cáliz, se hacen proclamas y cuando ya no estuvo físicamente (la muerte lo había puesto en su mira), su poesía siguió recorriendo los campos de batalla. Era la voz de la humanidad hecha luz.
Vallejo, hoy, sigue hablando, sigue abrazando a los hombres.
Vallejo es voz - esperanza de los pueblos del mundo.
Vallejo –y lo hemos querido dejar para el final- es el poeta que en sus inicios se dedicó a la docencia. Estuvo en las casas de familias haciendo de maestro particular. Fue docente de instituciones educativas públicas en Lima y Trujillo. En el Colegio San Juan de la capital liberteña compuso poemas didácticos.
Y sabemos por Georgette que cuando estuvo en París fue docente en Círculos Obreros. Singular y destacado referente que tenemos los maestros en un colega como Vallejo que nos enseñó no solo el valor de la estética sino el valor de la ética, que a fin de cuentas, nos bifurca el camino entre los que son y los que aparentan ser. Así de simple.
Vallejo muere, el 16 de abril de 1938, antes de que España caiga. Se murió “en París, con aguacero”. Sobre su tumba los revolucionarios, los hombres honrados suelen depositar presentes. Y los traficantes de su nombre también.
Felizmente el poeta sabe quién es quién.

  

lunes, 7 de marzo de 2016

HORACIO, EL LÍDER GREMIAL Y DE IZQUIERDA, ADEMÁS DE POETA DE LA TERNURA

Por Julio Yovera.

Los tiempos de Horacio
Hace algunos días, leyendo a Savater me encontré con una frase audaz dictada por su condición de preso y de amoroso compañero del arte: “Desde que conozco el arte, sé que un hombre nunca puede estar del todo prisionero.” (1). Entendí mejor lo que decía Horacio Zeballos, el líder de los maestros, quien no solo llevaba el “sufrir como un talismán (Montale), sino también la ternura y el amor de quienes representó en sus duros años de combatiente. Por ese “delito” fue perseguido y confinado en prisiones sórdidas, mas:
“De qué les sirve mi cuerpo
si el corazón lo tengo libre” (1)
Horacio partió a la inmortalidad el 7 de Marzo de 1984. La mayoría de los maestros de la generación de los 70s, que ya no quedan muchos en la docencia activa, lo siguieron y convirtieron en su guía.  Es que  Horacio había salido del pueblo, volvió a su seno cuando ya era maestro  y, después, cuando se convirtió en perseguido constante, fue la gente del pueblo la que le brindó refugio. Él se mantuvo consecuente con sus raíces y dentro de ese estar constante fue amigo y leal compañero. En cambio, en la lucha y la confrontación contra el poder, su postura fue desafiante y contundente. La convicción le afloraba hasta iluminarlo y por eso era desenfadado  frente a los “descuartizadores de la luz y el canto” (2) 
Con su figura de Cristo desgarbado y digno; con su caminar que poco a poco se hizo lento; con su palabra que trasmitía emoción y concepción, indignación y ternura; congregaba y alimentaba coraje y consecuencia a los de sus filas. Por esas razones llegó a ser amado por los maestros sobretodo, y, por las mismas razones, fue odiado por los sectores más retrógrados y reaccionarios de los militares y grupos de poder, que bajo el mandato del general Morales Bermúdez, se empeñaron a desmoralizar a Horacio y en negarle a los docentes el derecho a una vida digna.  
El SUTEP surgió desde el corazón del magisterio peruano. A estas alturas de la historia, independientemente de sus limitaciones y yerros, que los tuvo y los tiene, decimos que el gremio de los maestros peruanos se ha convertido en patrimonio de las organizaciones sociales del pueblo. Conductor de ese caminar que aún no concluye, fue el maestro Horacio Zeballos Gámez. 
La travesía ha sido larga para los maestros; de sacrificios: persecuciones, cárceles; muerte con características de asesinato, despidos, traslados, subrogaciones; pero, si todo esto fue  “un presente” de la dictadura para todos los maestros, fue en Horacio que se concentró el odio irracional de un régimen que se bestializaba frente a un líder que no tenía más armas que su palabra ni más ejército que sus colegas, y con ellos se atrevió a desafiarlos, encararlos y combatirlos.
 La poesía como actitud vital 
Horacio, convertido ya en combatiente, cultivó la poesía y la hizo su bálsamo y su arma de lucha. En su trajinar llegó a publicar tres títulos: Pluma Esclava, Esclavos de Corbata, y Alegrías de la Prisión. Con esta última logró ascender a la cima de los elegidos, y en ese pedestal se ha quedado, aunque es verdad que con olvidos y silencios. Y es que los maestros lo reconocen y lo mantienen vivo en su itinerario de combatiente y fundador del SUTEP; pero, han echado –sin querer- silencio sobre el poeta, al extremo que hay el riesgo que su poesía sea cubierta de un catafalco de olvido. Esto es lo que tenemos que impedir y evitar. Y una de las formas de hacerlo es difundiéndolo y llevándolo al aula a él y su obra.
Horacio logró la condición de auténtico creador con su último libro Alegrías de la Prisión, epilogal porque la muerte truncó al poeta y al líder.  La mejor prueba que tenemos de la detención abrupta del poeta las frases de sinopsis de la contratapa del libro: “Su verdadera historia poética comienza sin embargo ahora y continuará con la próxima edición de los textos que concluye en estos días.” (3)
Esto es lo que dice el sello editorial Obramundo. Se colige que después de esta publicación, vendrían otras más. Sería lamentable que las creaciones últimas del poeta Horacio se hayan perdido. Aquí hay que emprender una investigación. ¿Quién la asume?
Horacio hizo una poesía intimista y lírica, lo que no le impidió llevar dentro de sí las razones y emociones de una militancia que realizó su personalidad de manera integral, al extremo de advertir que “El Partido forma y realiza. Toda acción retorna al pueblo, del que nace. En él se troca en futuro concreto, en revolución posible. Solo la militancia política activa, favorece una auténtica y profunda convicción revolucionaria. Dedico estas Alegrías de la Prisión a mi Partido, el P.C. del Perú.” (4)
En este aspecto, el poeta ratifica las tradiciones, para hablar solo de los peruanos, de los creadores cuya adhesión política y social no los  separa del reino de la poesía, sino que con esa militancia, la poesía gana en calidad, intensidad y belleza. Sino veamos el caso de César Vallejo, quien ya militante reconoce que “todo acto o voz genial viene del pueblo y va hacia él”. Sus Poemas Humanos, Poemas en Prosa y España, aparte de mí este Cáliz, son obras de valor universal por su estética e identidad con la humanidad.
 Crónica y emoción
 A inicios de los 70s., y recién formado en el SUTEP, sus líderes y activistas son confinados en el Penal del Sepa, aquella prisión enclavada en la Amazonía, en este lugar eran recluidos los delincuentes de más amplio y peligroso prontuario y los dirigentes sociales indoblegables que combatían el orden existente.  Ahí estuvo Horacio e hizo su travesía por los reinos de la nostalgia. Así, recordando a la madre va pergeñando versos que después, con “esfuerzo de artesano”, como diría Javier Heraud, va dando forma. Va “separando la paja del grano”, y seleccionando sus poemas que pasarían después a ser parte de su Alegrías de la Prisión:
“De los presos soy el último
dame por descontado en las filas del encanto.
De qué les sirve mi cuerpo
si el corazón lo tengo libre
Difícil no es vivir
sino entender porque se vive
Bebiendo el cristalino trago de tus senos
aprendí a no llorar
y no lloro.
Soy de los que se resolvieron en el mismo vientre
como la flor en la retama
Flores y pájaros trinan
en la ventana de mi exilio” (5)
(Poema 1, Alegrías de la Prisión)
 
Este poema crónica encierra una profunda emoción. El poeta está en presión, lo dice explícitamente. Cavila sobre su opción de vida elegida y ratificada su compromiso. En efecto, “difícil no es vivir sino entender porque se vive”: o se vive de manera trascendente, obrando por abrirle una nueva ruta a la humanidad o se vive de forma rutinaria y mediocre. Aun cuando se logre algún éxito material en la existencia este tipo de vida es absolutamente intrascendente. 
En todos los tiempos, frente a una humanidad de indiferentes, hubo gente dispuesta a transitar por las sendas de la lucha y ofrecer el ser en procura de un mundo mejor. Eso es algo que los seres egoístas y rentistas, acaparadores de riquezas  y de plusvalía, jamás podrán comprender. Por eso, Horacio además de ser vigente como líder gremial debe serlo también como el poeta combatiente y el versificador de la ternura.
En este poema que hemos trascrito, una imagen presente y recurrente en su madre. De ella, bebiendo de los senos maternos y desde los tiempos en que se agitaba en el vientre, aprendió a no llorar y a florecer como la retama. De modo que no ve sombras fatídicas ni escucha llantos ni lamentos, sino que desde su exilo, las flores y los pájaros trinan en su alma.
Se hace en la lucha, en la prisión. Es el poeta de la lucha, pero también de la alegría y el optimismo.  
Su lenguaje de imágenes, capaces de expresar emociones, sentimientos, vivencias externas interiorizadas, ritmo, brevedad y concisión, lo presentan como un poeta que hace uso sobrio y preciso del lenguaje. Esa facultad es lo que hace que la poesía sea definida como la belleza de la palabra. Y esa cualidad la muestra a lo largo de toda la obra que estamos comentando.
Por eso, no es en absoluto arbitrario indicar que Horacio es un poeta auténtico. Tenemos el deber, los que estamos comprometidos en los ámbitos de la cultura antisistema, ponerlo en el sitial que le corresponde. 
Masa combatiente e individualidad creadora
De palabra categórica. Solía afirmar con su corazón y con sus manos. Desde que se fundó el SUTEP, en el Cuzco de 1972, y desde que se le dio la elevada responsabilidad de conductor máximo del gremio, Horacio tuvo que desplazarse en condiciones peligrosas por todas las bases magisteriales del país.
En esta época se gesta el reconocimiento que le brindaron los maestros del Perú y que ha continuado hasta más allá de su muerte. Todos los que lo conocieron señalan que era un hombre de palabra serena, tierna y coloquial. Así también, a la hora de deslindar con otras posiciones y opciones que actuaban al interior de las filas del magisterio, era implacable y contundente, pero era cordial, tanto así que sus propios adversarios lo respetaban y hasta admiraban.
Usaba un lenguaje agitador para calificar a sus adversarios: representantes y autoridades del Gobierno. En esas circunstancias era mordaz, implacable y abundante en el uso de imágenes. Horacio – lo dicen sus compañeros más allegados- era experto a la hora de estampar adjetivos calificativos. El Horacio de la multitud era el líder gremial, el agitador perfecto si cabe la frase, y era el poeta solidario y tierno, que lanzaba merecidas loas a los maestros que luchaban junto a él en pos de los sueños colectivos.
En los momentos que le tocó dirigir la masa para incorporarlas al combate, Horacio fue el jefe guerrero dispuesto a hacer frente a las peores adversidades. Forjó una poesía que por su tono y su espíritu es en realidad un evangelio. Escuchemos lo que dice el guerrero a propósito de la lucha y de la ética de los luchadores.
 
“Maestro
en tu libro de lucha
he aprendido
que no traicionar es un mandamiento
Me enseñaste a vencer montañas
y ciudades
a no retroceder como el agua constante
Vives en mi sangre
y el pueblo abraza tu esperanza
Eres el Huascarán que de puro hermoso causa espanto
En ti aprecio al Urubamba que baja vivando
y al amanecer pareces el Titicaca que se ahoga
en las orillas de mis ojos
Nada importan abrojos y enemigos
para vencer requiero tu ternura
la trasparencia humana
tus brazos de cóndor
Quiero lealtad
como los niños que siembras con tus palabras
Un ideal color de lirio un país como tú
donde el fusil hable y derrame cantos
Maestro
cuando te miro me acuerdo que estoy venciendo
y no tengo miedo a los descuartizadores
de la luz y el canto” (6)
(Poema 29, Alegrías de la Prisión)
Horacio es el poeta de la emoción y hasta del simbolismo lúdico. Este Horacio aparece en toda su dimensión cuando se expresa en versos como una forma de resistencia. Podemos decir que Alegrías de la Prisión tiene un valor intrínseco en su lenguaje en sí y por eso es poesía auténtica.
La fuente de Alegrías de la Prisión es el amor en sus vastas dimensiones: a los maestros, a la madre, a la patria, a la amada, a los amigos entrañables, la libertad, la naturaleza, los niños, la familia. Y la posibilidad casi única de escribir ese tipo de poesía está en estar acompañado del silencio. Si es en la prisión, al autor francamente ya no le importa.  Por eso es que al salir del SEPA solía decir: “la cárcel te tiempla como el acero o te derrite como a una cera”.
Su ser es totalizador y abraza todas las consecuencias que traen consigo esa manera de vivir la existencia. Los que se han acercado a su poesía han advertido que hay en él un creador innato y que el poeta no fue ganado ni anulado por el mar de la lucha y la protesta. Horacio vivió como quería y cantó de la única forma que podía hacerlo: con poesía.
Por eso, pudo dejarnos poemas como éstos:

“Se ve la luna como un muchacho cimarrón
y los amantes se ocultan en su espalda gris
Gira luna
gira lunarejita
A la media noche te haremos la despedida
dame la dicha del búho para mirarte
sin que me mires
Para ir a tu encuentro me vestirán de fiesta
los pingüinos me prestarán su frac” (8)
(Poema 20, Alegrías de la Prisión)

Valoración
Han pasado los años, 32 calendarios,  y los maestros lo recuerdan como su líder y lo citan con versos reiterados, pero aún falta estudiarlo e investigarlo. Hace falta proyectarlo. Ponerlo en el Plan Lector. En un proceso de profundización de la cultura individualista que fomenta el neoliberalismo sería altamente beneficioso y positivo que lo lean los maestros, los estudiantes, los jóvenes; que lo lean no desde la cita a la cita, sino desde la obra completa a la reflexión serena. De Horacio se puede utilizar el más variado poema suyo para poder ejercitar sensibilidad, infundir valores y establecer el conector lógico y dialéctico con la realidad cotidiana y la dinámica social.
Los maestros que trajinamos en procura de una educación de calidad y de un país sin exclusiones y con libertad plena, tenemos una gran responsabilidad. Somos conscientes que no hemos entendido aún en toda su dimensión la vida de Horacio, y la causa es porque aún nos falta entender y sentir su poesía. No es fácil acometer esa tarea. Para empezar, se debería ir a la reedición de su obra; luego, ponerla en el Plan Lector de los Marcos Curriculares. Con esta propuesta y una buena metodología y técnica socio – cultural de comprensión de textos, la frase aquella de que el maestro enseñando también está luchando  tendrá pleno sentido.
Pero, la responsabilidad mayor es difundir su vida y su obra. En estos tiempos de traiciones a los principios, de deslealtades y arribismos,  Horacio es un ejemplo de consecuencia y de coherencia.
Entonces, difundirlo y revalorarlo es una grata tarea, una ineludible  responsabilidad.

Citas bibliográficas:
1.- Savater, Fernando, Figuraciones mías. Ariel, 2013.
2.- Horacio Zeballos, Alegrías de la Prisión, Obramundo, 1979.
3.- Ob. Cit.
4.-  Ob. Cit.
5.- Ob. Cit.
6.- Ob. Cit.
7.- Ob. Cit.
8.- Ob. Cit.