Por
Julio Yovera.
Hace
poco más de un siglo los jóvenes rebeldes encontraron en Manuel González Prada
a su maestro; lo escucharon porque lo vieron desafiante e irreverente; confrontante con el
orden y la casta entreguista. Su frase “los viejos a la tumba, los jóvenes a la
obra” fue una invitación a ingresar al escenario de la lucha social y
comprometerse con el cambio.
Víctor
Raúl Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui fueron seguidores del Maestro; lo
fueron también César Vallejo, Antenor Orrego, Abraham Valdelomar, José Sabogal,
Hildebrando Castro Pozo, entre otros.
El
antiimperialismo que cultivó el APRA en los jóvenes, fue, como en el caso de
los cristianos en los tiempos de los Césares, la fortaleza que les dio mística para
enfrentar el destierro, la cárcel y la muerte.
En
el caso de Mariátegui, él mismo era la personificación de una vida heroica. Con
una dolencia física y un miembro mutilado, se hizo luz y conciencia de los
jóvenes del país. Y en una sociedad que entendía la política como ventaja y
acomodo, él la asumió como apostolado, como el cultivo de un inmenso “ideal
humano”.
Lamentablemente,
el APRA, después de los dos gobiernos de Alan García, se convirtió en un partido del
sistema y hoy convive con la derecha en el orden neoliberal y en el charco de la
corrupción.
Por
su parte, la organización que legó Mariátegui, se dividió. De los dos partidos
realmente existentes, PCP y PC del P, Patria Roja, el último es calificado de radical
por la derecha; y, de reformista y “revisionista” por el dogmatismo. A pesar de
todas las campañas de desprestigio, que se amenguan o intensifican por
periodos, Patria Roja tiene vigencia.
En
las tres últimas décadas, los jóvenes de Patria Roja estuvieron en las calles luchando
contra el delincuente, Fujimori; lo hicieron con Juventud Popular. Posteriormente,
como Juventud Comunista, J.C., han estado en la primera fila de lucha contra las
medidas de saqueo y de violación de derechos del modelo neoliberal.
Llegamos
al presente proceso electoral. Las campañas de los partidos del sistema, discurrirán
por los rieles que el poder ya les trazó. La derecha ofrecerá mantener incólume
el “orden” e insistirá que sin libertad absoluta del mercado, no habrá progreso
ni democracia posibles.
Para
derrotar esta campaña y avanzar al perfilamiento de una propuesta progresista y
democrática, Patria Roja se propuso hacer del proceso electoral una
confrontación entre cambio o continuismo. Avanzar en esa dirección requiere de una
organización de izquierda unificada, que incorpore a todas las vertientes
populares y democráticas; y visionar el mediano y largo plazo dentro de una
estrategia de abrir un camino distinto al que impone el imperio. Poner en el
centro del debate el cambio del modelo extractivista y la lucha contra la
corrupción institucionalizada, por poner solo dos temas medulares.
Los
prejuicios y celos pudieron más. La unidad del pueblo, pese a que es una
necesidad, no se asume. Falta sentido común para entender la realidad y falta sentido
práctico para enfrentarla.
El
Frente Amplio es la concreción de un esfuerzo valioso. Pudo ser la organización
de la gran unidad. Paradójicamente, han sido sus líderes quienes lo han
impedido. La visión cortoplacista y su anticomunismo son patéticos.
Neruda,
sobre el anticomunismo decía: “aquí todos son bienvenidos, menos los
comunistas”, “todos tienen el derecho de celebrar la caída del tirano, menos
los que más firmemente lo combatieron”. El anticomunismo es “patrimonio” de
todas las cavernas y no nos extraña; pero, el anticomunismo de los sectores
“progresistas” e “izquierdistas”, francamente espanta.
Con
Únete se intentó dar vida orgánica a un sector de la izquierda y el
progresismo. El Partido hizo los esfuerzos del caso y buscó comprometer a otras
fuerzas. Primero con el Partido de Simón, que generó legítima resistencia
porque lo de Bagua es algo que no se puede – ni debe - olvidar.
Después
contactó con Democracia Directa, la organización de los fonavistas. Parecía que
se avanzaba.
Se
organizaron elecciones internas y hubo entusiasmo de la militancia y el
activismo. Posteriormente, cuando los directivos
de D.D., advirtieron que los resultados no les eran favorables, decidieron
cancelar el proceso, atentando no solo el ámbito electoral, sino el que tenía
que ver con la unidad más de largo aliento.
Patria
Roja siguió golpeando puertas. Retomó las conversaciones con el Frente Amplio, no
para pedirles cupo, sino para sentar coincidencias y para pergeñar las bases de
una unidad duradera. Se volvió a topar con esa visión estrecha. Y la
posibilidad de la unidad se fue esfumando.
Para
entonces ya se conocían las intenciones de Gregorio Santos (líder de las rondas campesinas, presidente (o
gobernador) de la Región de Cajamarca, y hasta hace poco dirigente de Patria
Roja) de ir como candidato a la Presidencia por Democracia Directa, es decir, con
la misma organización que boicoteó el esfuerzo de unidad.
No
era cualquier cosa lo que estaba ocurriendo. Se trataba de la conducta política
de un dirigente importante del Partido, hoy detenido e investigado por el
Ministerio Público.
Hoy
se sabe que el Partido ha tomado la decisión de no participar en este proceso
electoral y no avalará la candidatura de Santos, por los motivos expuestos en la
Declaración pública.
Esta
decisión ha movido las aguas. Algunos militantes y cuadros se han sentido defraudados
porque, consideran que se debe respaldar a Gregorio, aun cuando su ética deje
mucho que desear y aun cuando pretenda poner al
Partido al servicio de su proyecto personal. No compartimos ese raciocinio
pragmático y oportunista. Comprendemos sí a algunos jóvenes que se obnubilan
porque no han tenido la experiencia que los años dan; pero, es inconcebible en
personas trajinadas que avalan esta conducta por simple cálculo.
Dígase
de paso, no es la primera vez que se vive un problema así. El Partido siempre
supo zanjar a tiempo con algunos elementos, que no obstante su destacada
trayectoria, quisieron aprovecharse e intentaron socavar la integridad del
Partido.
Los
tiempos nos llevan a intensificar la formación ideológica y de valores entre
sus cuadros. . En esto, la izquierda y el Partido tienen una ventaja: la
derecha jamás pondrá apasionar y dar ideales altruistas a la juventud.
Estamos
convencidos que el Partido saldrá adelante, fortalecido y renovado. El pragmatismo
maquiavélico: “el fin justifica los medios”, no tiene cabida en las filas de
los comunistas.
Esa
es su fortaleza frente al neoliberalismo.
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